#ElPerúQueQueremos

Fronteras culturales en la plástica amazónica reciente

Hay un lenguaje de frontera que brota en este “Retrato de familia” (2014. Óleo sobre tela. 200 x 360 cm) de Christian Bendayán. Algo que se repite en ambos lados de las líneas...

Publicado: 2014-05-26

Hay un lenguaje de frontera que brota en este “Retrato de familia” (2014. Óleo sobre tela. 200 x 360 cm) de Christian Bendayán. Algo que se repite en ambos lados de las líneas: la marginalidad de las escenas cotidianas que por estar en los pliegues aparentes de las cosas no vemos. La pareja adulta sentada a la manera tradicional en sillones de antaño, nos mira inmutable como si a su alrededor los cuerpos no dejaran de ejecutar su danza, su vaivén, su gesto, nos miran desde distintos grados de luminosidad como si no sucediera nada a su alrededor ¿Serán, de lo que tengo enfrente, el desvío de mi vista? ¿Serán, del Paiche de Calvo de Araujo, los hijos de su entraña literaria volcada a los lienzos? Fronteras entre los planos que contrastan la realidad (la escena compuesta) y la representación del entorno (el tapiz con guacamayos que sirve de fondo), pero también fronteras mas bien culturales entre las miradas de los modelos que no se ven entre sí, pero donde las “catexis” o cargas de significación que cada cultura concede a determinadas partes del cuerpo, saltan a la vista donde enseñan un gesto o posan sus manos, lo que refuerza una muy bien centrada crítica desde la diversidad de género y sexualidades, en tiempos como hoy de polémica por la unión civil igualitaria, a la lógica hetero-normativa imperante materializada en rostros andróginos que sugieren una estética trans en la medida que se oponen a otros que componen la escena, pero también como oposición de un conjunto de prácticas en la medida en que todo cuerpo implica un conjunto de ellas acompañado de técnicas (el adorno, el tatuaje, la acomodación corporal, el travestismo, los juguetes, los muebles, etc.). Tal vez…

Pero antes de pensar en responder todo esto que sólo pienso, el mismo cuadro nos revela su artificio: el trípode y los reflectores, nos lanzan al fondo de la perspectiva para dejarnos entre miradas y líneas, personajes que pueden coincidir con actantes operando en puntos de mucha significación dentro de un cuadro para el lenguaje pictórico. Maldad de un retrato engañoso: ¿son los hijos de la luz tropical mercantilizada en cómodos reflectores? Tal vez, porque ella se dispara a contracorriente de la luz natural que abunda en el mundo exterior, recordándonos el bosque amazónico poblado de guacamayos que sirven contrariamente de fondo opaco, tapiz irreductible al primer plano del cuadro y sin tránsito cromático posible de ida y vuelta. Inquietante el ritual de las líneas, no siempre trazadas, a veces sugeridas por las graduaciones del color que, más allá de delimitar el espacio, los mosaicos, los demás objetos que componen el cuadro, invaden incluso los cuerpos mismos que antes habían ayudado a individualizar.

Más allá de nuestras fronteras, las escenas y la luz me recuerdan a los "pachucos" y su saludo característico “¿Qué onda EC?” en el este de Los Ángeles, California, años ochenta, en el hemisferio norte de nuestro continente, y es precisamente este tipo de escenas, la forma en que están iluminadas, propicias para la celebración de ciertos rasgos y fenotipos, lo que este retrato de gesto “malvado y marginal” me permite recordar, incluso por la temática, que es otro plano de su narrativa que debemos mencionar antes de dejar las miradas.

El fluido que ha brotado de la mano recostada al suelo de forma delicada, como no sucedería en un suicidio, plano fantástico precisamente porque la luz no parece coincidir con él… Y nuevamente como antes, en el momento anterior a que se resuelva la escena preparada por una perspectiva panorámica que escapa por detrás del tapiz que sirve de fondo…, hay un corte en el relato que bien podría ser un flash-back fundacional que viene desde la época del caucho representado por la niña, este corte rompe la perspectiva dialogal de las miradas que cuentan la historia, con un plano picado que nos hace detener la vista en lo que parece ser la maqueta de "La casa de fierro" creada por Eiffel y según dice la doxa llegó por error ya que debió haber sido enviada a Quito, Ecuador y no a Iquitos... Dicen los psicoanalistas que todo individuo vive atrapado en los marcos inconscientes de ruinas simbólicas anteriores: maldad de este retrato y de su novela histórica familiar.


Escrito por

Francisco Andía

Antropólogo. Consultor en gestión y políticas culturales. Amazonía. Dirige Casa Runa: Umbral intercultural-intesocietal www.runa.pe


Publicado en

Metaforesta Amazónica

Espacio para la reflexión y el diálogo sobre la sociedad bosquesina que habita en el llano amazónico peruano.